Es una de las masas de agua más preciadas de nuestro planeta por formar parte de los continentes asiático, europeo, y africano, y por ser para ellos, desde tiempos legendarios hasta hoy, una zona protagonista de intensas y fructíferas transacciones comerciales y culturales. Sus aguas no solo bañan las costas de Europa, sino que también es una conexión de este contiente con África, y además permite llegar hasta Asia, desembocando en su flanco occidental en el Océano Atlántico, aunque se suele considerar como una masa de agua independiente al mismo, recibiendo por ello su nombre que indica que está rodeado por tierras.


En épocas antiguas donde el Imperio Romano era una potencia mundial, esta zona era conocida como Mare Nostrum, ya que en pleno apogeo todas las costas que eran bañadas por las aguas del actual mar mediterráneo estaban bajo su poderío, aunque lo cierto es que esta zona ya era poderío de grandes civilizaciones antiguas, como los Fenicios que la utilizaban para comerciar su especialización en alfarería y viticultura, siendo esto último donde se destacaron ampliamente. Otra de las grandes potencias de épocas de antaño, la Antigua Grecia, tenía en el mar mediterráneo y todos los mares griegos que allí desembocaban no solo una fuente de inspiración para los filósofos que transitaban sus orillas, sino también la ubicación geográfica de mitos y leyendas cuyos protagonistas tenían batallas, y hasta seres mitológicos que habitaban la profundidad de sus aguas. Durante la Segunda Guerra Mundial, esta zona capturó la atención de Mussolini, que intentó dominarla, dados los beneficios estratégicos que tiene. Por su parte, Gran Bretaña aparecía como responsable del Mediterráneo Oriental desde su presencia en Egipto, y Francia se imponía en la área Occidental.


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