La célebre Batalla de Maratón tuvo lugar entre los griegos y persas en Maratón, una llanura a cuarenta kilómetros al noreste de Atenas. Se libró entre las fuerzas griegas y sus aliados, bajo el mando de Milcíades, y las fuerzas persas, bajo el poder de Darío I y los comandantes Datis y Artafernes.

La victoria de los griegos sobre los persas marcó un punto de inflexión crucial en la evolución de la historia militar griega, porque esta batalla en la llanura de Maratón supuso el fin de la invasión persa, y permitió a los griegos convertirse en una potencia militar dominante en el mundo Mediterráneo antiguo. Además, esto sentó las bases para que Grecia propagara la civilización occidental.

Durante varios días, los griegos y persas se colocaron a pie en largas formaciones a través de los más de 3.200 metros de la amplia llanura de Maratón. Ninguno de los dos ejércitos estaba dispuesto a iniciar el ataque y perder la ventaja de luchar a la defensiva. Los griegos estaban esperando el apoyo militar del ejército espartano, la fuerza de infantería de élite de todas las ciudades-estado griegas, mientras que los persas estaban esperando al resto de su ejército que venía desde Eritrea.


En una mañana de mediados de septiembre del 490 a.C, los griegos se dieron cuenta de que la caballería persa no estaba en la llanura, tras lo cual Milcíades ordenó un ataque general contra la infantería persa. El ejército griego caminó en pos de su primer ataque a pesar de las primeras andanadas de los arqueros persas.

Los griegos, armados con cascos, armaduras pesadas, escudos, lanzas y espadas, golpearon violentamente los flancos persas. Durante esta batalla, Milcíades dirigió a sus 10.000 atenienses a la victoria frente a la infantería de 20.000 persas. Los persas, viendo el ataque por sus flancos, se dirigieron hasta allí, engañados por el general griego, quien cargó por el centro con sus hóplitas.

Antes de ser completamente envuelto, las tropas persas se separaron y comenzaron a correr hacia sus barcos de guerra. Los derrotados persas llegaron a alcanzar las naves, pero más de seis mil soldados de infantería fueron masacrados, frente a los 200 hóplitas que causaron baja entre los griegos. Eso sí, uno de los hóplitas que cayo fue su comandante Calímaco.

La batalla puso de manifiesto la superioridad táctica griega, junto a la posibilidad de emplear armas como las lanzas, espadas y armaduras pesadas ante una débil infantería persa. En anteriores campañas, las tácticas del ejército persa se basaban en el uso de su caballería, infantería y arqueros. Esta táctica ya fue utilizada por el persa Ciro a finales del siglo VI a.C.

Los griegos también se aprovecharon del armamento ligero de los persas y sus débiles armaduras. Los persas fueron derrotados en esta batalla porque fueron llevados al terreno que querían los griegos, y eso no les gustaba nada a los persas.

La Batalla de Maratón se convirtió en símbolo de los grandes logros militares y la estrategia. Sin embargo, aunque fue una victoria militar decisiva, no llegó a ser tan influyente como la Batalla de las Termópilas o Salamina unos diez años más tarde. Maratón sí fue la primera gran victoria de una potencia europea sobre una de Asia. Sin esta victoria, la civilización occidental habría sido distinta.

Además, según cuenta la leyenda, un mensajero ateniense fue enviado desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria griega. Corrió los poco más de cuarenta kilómetros que separan la llanura de la capital griega. Al llegar, anunció la victoria de su ejército, y luego murió por agotamiento. Es así como nacieron las célebres carreras de marathon en el mundo moderno.

La batalla de las Termópilas: los héroes de Esparta

No podemos hablar de la batalla de las Termópilas, sin situarla en el entorno histórico, político, geográfico y social que se vivía en los siglos IV-VI a.C., y que fueron los detonantes de las llamadas Guerras Médicas. Los conflictos acaecidos entre el Imperio arqueménida de Persia y las Ciudades-Estado griegas, dieron como resultado una serie de enfrentamientos y acciones bélicas, las llamadas Primera Guerra Médicas en el año 490 a.C y Segunda Guerra Médica entre el 480-479 a.C., lugar donde debemos situar a la Batalla de las Termópilas . En este artículo, estudiaremos los acontecimientos que iniciaron estos conflictos, quienes intervinieron y cuales fueron las consecuencias, comencemos a desvelar la verdadera historia de La Batalla de las Termópilas.

Considerada una de las más grandes batallas de la historia, se trataba de una inmensa fuerza bélica dirigiéndose hacia tierras griegas.

Los persas se preparaban para una gran invasión, mientras que los griegos se unieron para contenerlos. Tras el episodio con el oráculo de Delfos, Esparta y su ejército no pudieron partir, ya que el consejo de Esparta se lo desaconsejó al rey, pero este, consiguió reunir unos 300 soldados, los más valientes, fuertes y leales que había en Esparta y partió hacia las Termópilas.

El oráculo de Delfos llegó a advertir a su rey, Leónidas, de los peligros que sufriría si se decidía ir a la guerra, asegurándole que no regresaría, pero este no era un obstáculo suficiente para Leónidas, quién marchó hacia la guerra de donde estaba convencido que volvería con su escudo o sobre el, iba a ser una batalla a vida o muerte.

Los griegos contaban con un gran general llamado Teméstocles, quién ideó una genial estrategia para el ejército griego. Los 300 espartanos junto con más hoplitas pertenecientes a las distintas polis griegas, bloquearían los caminos que llevaran a Grecia, deteniendo así al ejército Persa por tierra. La flota Griega formada casi en su totalidad por los atenienses, retrasarían a los barcos persas en Artemisio.


No se sabe a ciencia cierta con cuantas fuerzas contaba el ejército Persa, ya que los datos históricos que tenemos provienen de los historiadores griegos, sobre todo de Heródoto, y parecen ser exagerados, llegando a decir que las fuerzas Persas eran muy superiores en número, 200.000 Persas, en su mayoría esclavos, frente a los 7.000 hoplitas de las distintas polis griegas.

Tanto el ejército espartano como sus aliados griegos, pudieron contener a las fuerzas persas durante el tiempo suficiente. Los persas habían subestimado el poder de los griegos, sus ejércitos estaban mejor entrenados y mejor equipados y sobre todo mejor motivados, mientras que el ejército persa estaba compuesto en su mayoría por esclavos, los ejércitos griegos estaban compuesto por hombres libres, que amaban su tierra y estaban dispuestos a morir por ella.

Los persas contaban con la ventaja del número, eran grandes ejércitos, pero esta ventaja se veía desvanecer en su paso por las Termópilas, ya que éste es un paso muy estrecho, en el que el número de soldados, lejos de ser una ventaja, se puede convertir en un inconveniente. Los Espartanos de Leónidas, sin embargo, eran hombres nacidos para luchar y morir en la guerra.

Cuando los ejércitos persas se acercaron al desfiladero de las Termópilas, se les echaron encima todos los hoplitas de todas las ciudades estado de Grecia, los de Corintio, Tebas, Acadios, etc. Sin embargo, los espartanos permanecieron en la retaguardia en una primera parte de la ofensiva.

Los hoplitas con mejor armadura, defensa y armamento diezmaron la infantería persa, pero debido a la gran cantidad de soldados que componían el ejército persa, pronto las fuerzas griegas, comenzaron a notar el cansancio de la pelea y a debilitar su formación. Fue entonces cuando entraron en batalla los 300 espartanos, que eran soldados bien formados y entrenados, mientras el resto de fuerzas griegas se retiraban a la retaguardia.

El combate fue realmente sangriento, los espartanos contaban con un arma de la que carecían los persas, y era la unidad, el ejército espartano era la élite del ejército, además todos se conocían o eran hermanos, primos o simplemente vecinos, pero esa unidad hizo mantener la formación más activa y vital. El ejército espartano no paraba de deshacerse de enemigos mientras que ellos apenas sufrían bajas.

Cuando los persas se dieron cuenta del descalabro que estaban sufriendo, enviaron a sus soldados de élite, llamados los inmortales, nombre que recibían por el rápido relevo en sus fuerzas, cuando un soldado de los llamados inmortales caía en batalla, rápidamente era reemplazado por otro soldado, lo que demostraban era ser superiores en número pero no en habilidades en la lucha, por lo que su destino fue morir en manos de los soldados espartano.

Los persas seguían cayendo oleada tras oleada, ni sus flechas le servían, ni su número era suficiente para mermar la voluntad de los espartanos. Así consiguieron los espartanos aguantar casi dos días haciendo válido el lema que repetían sin cesar para animarse.

“si estabas cansado no importaba, eres un guerrero, si estabas herido no importaba, eres un guerrero y el guerrero espartano solo lucha”

Todo parecía perdido para los persas, pero un acontecimiento cambió el rumbo, un griego llamado Efialtes, con muchas ganas de notoriedad y de hacerse rico, principalmente, traicionó a sus compatriotas diciéndole a rey persa Jerjes, un camino por el que podía adentrarse por la retaguardia y rodear a los espartanos.

Los griegos, cuando se enteraron de la traición y que el ejército de Leónidas sería atacado por ambos lados, dieron por perdida la batalla. El rey Leónidas, ordenó el regreso a casa de todos los griegos, con el fin de evitar más bajas totalmente innecesarias, quedándose 700 tesios, los 300 espartanos y 400 tebanos. Los griegos rodeados, lucharon desde la zona más ancha del paso, ya que las principales armas eran las lanzas, y en las zonas más anchas eran mucho más efectivas, hasta que se rompieron todas sus lanzas, teniendo que continuar la lucha a espada o incluso con sus propias manos.

Los tebanos fueron los primeros en rendirse, muchos de ellos esperaban a que se acercaran los persas para atendiendo a su petición de rendición, para atacarles con sus espadas, mientras que el resto de las filas griegas continuaban batallando, lo griegos se vieron obligados a retroceder hacia zonas más estechas donde una lluvia de flechas se cernieron contra ellos, acabando con todos uno a uno.

A la muerte de Leónidas, los soldados que todavía permanecían con vida, fueron a proteger el cuerpo de su rey, para evitar que los persas mutilaran su cuerpo, demostrando de esta forma su respeto y admiración a su rey, defendieron su cuerpo hasta la muerte. Cuando todo los espartanos habían muerto, el rey Jerjes, ordenó cortar la cabeza de Leónidas y clavarla en una pica.

Se cree que en la batalla llegaron a morir 10.000 persas, echo este que minó seriamente la moral del ejército, ya que estos se dieron cuenta de que Grecia no se iba a rendir fácilmente y que defenderían su tierra hasta el final.

Esparta tenía un sistema de identificación para contar las bajas en batalla. Se trataba de una rama que partían por la mitad, en ambas mitades, escribían el mismo signo o símbolo, luego una mitad se la colgaban de la muñeca y la otra mitad la dejaban en una vasija de barro. Si salía triunfal de la batalla, era el mismo el encargado de recoger su otra mitad de rama, luego las ramas que permanecieran en las vasijas, eran las bajas reales de la batalla. En este caso 300 de estas ramas nunca fueron recogidas.

LA BATALLA DE LAS TERMÓPILAS | CONSECUENCIAS DE LA BATALLA

Tras la derrota que sufrió el ejército griego en tierra, la flota se retiró al sur tras la batalla de Artemiso. Los persas comenzaron a avanzar hacia Atenas, mientras que los griegos intentaron fortificar con una flota de apoyo el delicado istmo de Corinto. Temístocles consiguió ganar una batalla crucial en la batalla de Salamina que sería la que obligaría a la tropa persa a retirarse a sus dominios en Asia. La invasión persa terminó al año siguiente, tras la victoria de Grecia en la batalla de Platea.


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