El estudio de la evolución ha estado tradicionalmente dividido en dos grandes campos, la macroevolución y la microevolución. 

La primera, la macroevolución, estudia las relaciones entre especies, géneros, familias, y otros grupos taxonómicos superiores, y se nutre de disciplinas como la paleontología, la geología, la biogeografía, etc. Por el contrario, la microevolución estudia los cambios evolutivos que ocurren entre las distintas poblaciones de una especie, o entre especies emparentadas, y engloba disciplinas como la genética de poblaciones o la ecología. La principal diferencia entre ambas es la escala temporal que abarcan; así pues, mientras que la macroevolución estudia cambios evolutivos que ocurren durante millones de años, la microevolución abarca, por lo general, cambios que se miden en cientos o miles de años.



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