abril 2020

Es una de las masas de agua más preciadas de nuestro planeta por formar parte de los continentes asiático, europeo, y africano, y por ser para ellos, desde tiempos legendarios hasta hoy, una zona protagonista de intensas y fructíferas transacciones comerciales y culturales. Sus aguas no solo bañan las costas de Europa, sino que también es una conexión de este contiente con África, y además permite llegar hasta Asia, desembocando en su flanco occidental en el Océano Atlántico, aunque se suele considerar como una masa de agua independiente al mismo, recibiendo por ello su nombre que indica que está rodeado por tierras.


En épocas antiguas donde el Imperio Romano era una potencia mundial, esta zona era conocida como Mare Nostrum, ya que en pleno apogeo todas las costas que eran bañadas por las aguas del actual mar mediterráneo estaban bajo su poderío, aunque lo cierto es que esta zona ya era poderío de grandes civilizaciones antiguas, como los Fenicios que la utilizaban para comerciar su especialización en alfarería y viticultura, siendo esto último donde se destacaron ampliamente. Otra de las grandes potencias de épocas de antaño, la Antigua Grecia, tenía en el mar mediterráneo y todos los mares griegos que allí desembocaban no solo una fuente de inspiración para los filósofos que transitaban sus orillas, sino también la ubicación geográfica de mitos y leyendas cuyos protagonistas tenían batallas, y hasta seres mitológicos que habitaban la profundidad de sus aguas. Durante la Segunda Guerra Mundial, esta zona capturó la atención de Mussolini, que intentó dominarla, dados los beneficios estratégicos que tiene. Por su parte, Gran Bretaña aparecía como responsable del Mediterráneo Oriental desde su presencia en Egipto, y Francia se imponía en la área Occidental.



Pueblos germanos o germánicos son un histórico grupo etnolingüístico de pueblos originarios del norte de Europa que se identifican por el uso de las lenguas germánicas (un subgrupo de la familia lingüística indoeuropea que se diversificaron a partir de una lengua original -reconstruible como idioma protogermánico- en el transcurso de la Edad de Hierro).

En términos historiográficos son tanto un grupo de entre los pueblos prerromanos (en las zonas germanas al oeste del Rin -provincias de Germania Superior e Inferior– en que se estableció una fuerte presencia del Imperio romano y fueron romanizadas) como un grupo de pueblos bárbaros (exteriores al limes del Imperio), situados al este del Rin y al norte del Danubio (Germania Magna); precisamente el que protagonizó las denominadas invasiones germánicas que provocaron la caída del Imperio romano de Occidente al instalarse en amplias zonas de éste: suevos, vandalos, godos (visigodos y ostrogodos), francos, burgundios, turingios, alamanes, anglos, sajones, jutos, hérulos, rugios, lombardos, etc. Los vikingos en el siglo VIII protagonizaron posteriormente una nueva oleada expansiva desde Escandinavia (la zona originaria de todo este grupo de pueblos), que afectó a las costas atlánticas (normandos) y a las estepas rusas y Bizancio (varegos). Muchos de los autores que relataron nombres étnicos de pueblos germánicos especularon sobre su origen, desde los primeros escritores hasta aproximadamente el Renacimiento.



Una de las armas más antiguas usadas por los primeros soldados romanos fue el hastae, o hasta, que era básicamente una lanza con punta de hierro con una longitud de 6 pies romanos. Los soldados expertos en usar el hastae fueron conocidos como hastati, pero ya en tiempos de la república, y finalizada la monarquía con Lucio Tarquinio el Soberbio, el hastae fue utilizado únicamente por triarios (triarii). Los triarios fueron legionarios veteranos durante la república y actuaron como una falange propia del período helenístico, funcionando como tropas de reserva y combatiendo únicamente en ocasiones de extrema necesidad. El uso del hasta fue mermándose hasta la crisis que asoló la era imperial romana, donde salía muy barato fabricar este arma para equipar a los soldados.
El verutum era un tipo de jabalina, más corta y ligera que los pilum. Fue adoptada de las tribus samnitas y de los volscos. La usaban los llamados vélites, una unidad de infantería ligera carente de armadura y que era reclutada entre las clases más pobres de la sociedad ocupando las primeras líneas de combate. El verutum era un arma arrojadiza de poco más de un metro y muy flexible, lo que le daba una maniobrabilidad excelente al vélite para dar cuenta de sus enemigos.

Fue muy utilizada durante las Guerras Púnicas contra los cartagineses, y muy destacable su papel contra los elefantes de Aníbal en la batalla de Zama. Pasó a ser un arma de las tropas auxiliares tras las reformas militares de Mario.






Cuando Roma aún era una simple ciudad-estado, ser ciudadano libre conllevaba obligaciones militares. Ciudadano era sinónimo de soldado, y como solo las clases propietarias gozaban de la condición de ciudadanía, el ejército era de corte aristocrática. En contraste, la plebe, sin medios económicos, al no ejercer derechos políticos, tampoco tenía apenas obligaciones militares. El ejército en los inicios de Roma, por lo tanto, era fundamentalmente hoplita, a imitación de las ciudades griegas, cuyas sólidas infanterías se basaban en la disciplina y en las que cada soldado se costeaba su propio equipamiento. El penúltimo rey de origen etrusco, Servio Tulio, sistematizó por primera vez el ejército romano en el siglo VI a. C. Clasificó a los ciudadanos en cinco clases, según su fortuna y propiedades. Tulio organizó las tropas en centurias, formadas en principio por cien hombres. Sesenta centurias constituían una legión (aunque sus efectivos oscilaron entre los 4.000 y los 6.000 hombres a lo largo de la historia). Los ciudadanos más adinerados contaban con el mejor armamento o integraban la reducida caballería que acompañaba a la legión. Todavía no era una fuerza profesional ni permanente, sino un ejército ocasional de ciudadanos que, aunque dedicados a sus tareas profesionales particulares, se alzaban en armas cuando eran requeridos para defender la ciudad. Esto no era así en Grecia u Oriente, donde se recurría cada vez más a mercenarios. Durante el siglo V a. C. las legiones nunca fueron más de tres, y su actividad militar se limitó a las zonas cercanas a Roma. No había guerras expansivas, sino que se circunscribían a la competencia con ciudades vecinas o a simples incursiones. Esto dependía de la época del año: en verano, las tareas agrícolas cesaban y había tiempo para tomar la espada. Eran las llamadas guerras estacionales.





Soldados autofinanciados En el siglo IV a. C. los galos invadieron el centro de Italia. El equilibrio en las ciudades de la región se alteró profundamente, y Roma fue saqueada por primera vez. Como consecuencia, su política pasó a ser expansionista, lo que supuso que los soldados lucharan cada vez más tiempo y más lejos de la ciudad. Las campañas podían ahora llegar hasta el invierno, lo que perjudicaba especialmente a los pequeños propietarios. Para indemnizarles se introdujo el stipendium, una pequeña compensación económica que ayudaba a costear los gastos de los soldados más humildes. El ejército no perdió por ello su carácter aristocrático y de propietarios agrícolas, pero esta indemnización fue el primer paso hacia la profesionalización de las tropas. Al mismo tiempo, las guerras contra los samnitas y contra Pirro, el rey del Epiro, en los siglos IV y a principios del III a. C., hicieron que Roma abandonara el modelo hoplita y adoptara un modo de combatir más flexible, capaz de luchar con éxito tanto en campo abierto como en las montañas. En el transcurso del siglo III a. C. se puso en tela de juicio, cada vez más, el ejército de propietarios. Comenzó el duelo con Cartago, con campañas muy largas en lugares muy alejados, y los combatientes no podían cuidar de sus haciendas. Esto, unido a que el número de ciudadanos susceptibles de ser llamados a filas era cada vez más escaso, desembocó en una crisis. La necesidad de defender los territorios ganados en la primera guerra púnica (Sicilia, Córcega y Cerdeña) con guarniciones permanentes puso en evidencia las limitaciones del sistema. Y la situación empeoró con la segunda guerra púnica, por lo que no quedó otro remedio que reducir las exigencias económicas necesarias para formar parte del ejército. Se facilitó el acceso a la condición de ciudadano-soldado, de modo que pudieran ser reclutadas seis o siete legiones al año. En tiempos de extrema gravedad, incluso se llevó a la guerra a la plebe, a esclavos y a criminales. Estas medidas pretendían ser provisionales, para volver a hacer más restrictiva la concesión de la ciudadanía cuando acabara la guerra con Cartago, reduciendo de nuevo el ingente de efectivos. Pero la política conquistadora de Roma tras la victoria sobre Cartago –Hispania, Macedonia, Iliria, Grecia, Galia Cisalpina…– hizo imposible volver a las anteriores cifras de reclutamiento. Se mantuvo en pie de guerra a unos sesenta mil hombres, casi un 20% de la población ciudadana, sin contar las tropas mercenarias extranjeras. Este despliegue tuvo efectos negativos sobre la demografía y la economía agraria. Los agricultores que servían en las legiones no atendían sus propiedades, y muchos se arruinaron. Solo el botín que ocasionalmente obtenían como soldados podía compensar las penurias, pero esto no era frecuente. El resultado fue la proletarización de gran parte de ellos, con el consiguiente malestar social que empezó a envenenar la vida política de la República.






Imperio Romano

La victoria en las Guerras Púnicas, hizo que Roma se convirtiera en la principal potencia mundial, dominaba el Mediterráneo y había conquistado la mayor parte de poblaciones costeras de este mar, Grecia era una de ellas. De el país heleno, Roma exportó la política y la cultura, esto afianzó la República Romana como una nación moderna. El gran número de conquistas había hecho generado enormes riquezas, que sin embargo solo se repartieron entre los patricios. Además el número de esclavos era cada vez mayor lo que incrementaba las diferencias entre clases y daba lugar a conflictos en los que la clase baja solicitaba el reconocimiento de sus derechos y el reparto de riquezas. Las grandes diferencias sociales fueron la principal causa del colapso de la República.

Conflicto de los GracosPara cuando Tiberio y Cayo Graco fueron elegidos como tribunos de la plebe en el año 134 a.C., todo parecía ir bien en la República. El principal problema eran las enormes diferencias sociales que provenían de un cambio en el modelo de cultivar las tierras. Hasta el periodo de conquistas, la agricultura en Roma se basaba en pequeños cultivadores que trabajaban sus propias tierras y obtenian beneficios vendiendo sus productos en la ciudad. Con la llegada de las conquistas, el terreno para cultivar se amplió y los patricios más adinerados adquirían grandes superficies de cultivo. Contrataban un gerente y a un grupo de esclavos para que trabajaran gratis sus tierras y así obtener el máximo beneficio, los patricios se convirtieron en terratenientes y la agricultura estaba basada en los latifundios.

Revuelta de los Gracos La situación para los pequeños cultivadores era lamentable, es por eso que con la llegada de los Gracos al poder, propusieron la realización de una reforma agraria que acabara con esta injusticia. El objetivo era repartir mejor las tierras para que los ciudadanos romanos pudieran competir en el mercado agrario. En respuesta a la propuesta de los Gracos, que iba tomando forma y camino de hacerse realidad, un grupo de nobles asesinaron a los hermanos desatando una serie de guerras civiles y revueltas. Guerras CivilesTras el violento asesinato de los hermanos Graco, comenzó el siglo I a.C. un siglo de crisis dominado por un gran número de revueltas de esclavos y guerras civiles que desangraron Roma. La República Romana se había creado para evitar concentrar el poder en una sola persona. Sin embargo los generales, con las conquistas de la República habían conseguido mucho poder gracias a las riquezas de los nuevos territorios y al apoyo de sus legiones. Así, los generales pugnaban por hacerse con el poder en solitario. Los primeros en enfrentarse fueron Lucio Cornelio Sila y Cayo Mario, apoyados por las facciones del senado Optimates y Populares respectivamente, por el honor de liderar la guerra contra Mitrídates VI rey de Ponto. Esta fue la Primera Guerra Civil de la República Romana entre 88 y 81 a.C., de la que Sila resultó vencedor y encargado de la guerra contra Ponto, mandó al exilio a Mario. Cuando volvió de Asia, Sila se estableció como dictador de Roma. Entre las revueltas producidas en este siglo, cabe destacar también la Tercera Guerra Servil o Guerra de los Gladiadores que tuvo lugar entre el 73 y el 71 a.C. Durante estos años un pequeño grupo de 70 gladiadores liderado por Espartaco se fugó y comenzó a deambular por Italia asaltando las poblaciones de la península. Este grupo acabó estando formado por cerca de 120.000 hombres, mujeres y niños en su mayoría esclavos. De entre ellos los adultos capacitados constituyeron un potente ejército al que las legiones romanas les costó batir.
Primer Triunvirato Es la alianza política formada por el caudillo Cneo Pompeyo Magno, el general Marco Licinio Craso y el general Julio César. El primero había combatido a los piratas en el mar, el segundo terminó con la revuelta de Espartaco y el tercero que al comienzo del tirunvirato no tenía mucho reconocimiento fue más tarde, el gran general que sometió a las Galias.

Julio César Imperio Romano En el 70 a.C. Pompeyo y Craso eran cónsules y se opusieron a Sila. Más tarde Julio César es apoyado por los cónsules en su propuesta de reforma agraria conformándose así el primer triunvirato. Pompeyo se quedó en Roma, Craso partió a gobernar la provincia romana de Asia Menor donde murió y Julio César se encargó de la guerra de las Galias. Con Craso muerto, Pompeyo solo en Roma comenzó a temer el poder que Julio César estaba adquiriendo con sus victorias en la Galia. El Senado presiona a Pompeyo a que mande volver a Julio César para ajusticiarlo, sin embargo este se da cuenta de que una vez en Roma sería juzgado y se dirige con sus tropas a Roma iniciando de este modo la Segunda Guerra Civil de la República Romana. La batalla de Farsalia supone la derrota de Pompeyo frente a Julio César que una vez terminada la guerra se estableció como máximo mandatario dejando al senado con un papel meramente consultivo. Finalmente Julio César fue asesinado el 44 a.C. por un cuantioso grupo de senadores partidarios de Pompeyo en el episodio conocido como los Idus de Marzo.

Los Idus de Marzo Julio César
Segundo Triunvirato

Tras el asesinato de Julio César, existe un vacío de poder en la República Romana. Se forma el Segundo Triunvirato, alianza que perduró desde el 43 a.C. hasta el 27 a.C. La alianza estaba constituida por Marco Antonio, César Octaviano y Marco Emilio Lépido. Tras la muerte de Julio César a manos de Casio y Bruto entre otros, Marco Antonio expulsó a sus asesinos y se hizo con el poder. Sin embargo, César había nombrado sucesor a su sobrino Octaviano. El senado apoyó al segundo puesto que estaba en contra de Marco Antonio, pero Octaviano sabiendo que el senado solo queria utilizarlo se reunió con Marco Antonio y con Lépido para firmar el Pacto de Bolonia que significaría la constitución del Segundo Triunvirato.

Fin de la repúblicaOctavio fue el encargado de velar por Roma mientras que Marco Antonio partió a la provincia de Egipto junto con Cleopatra. Sus vidas eran muy distintas, el primero debía ocuparse de sofocar los constantes disturbios en Roma mientras que el segundo se permitía todo tipo de lujos junto con su amante Cleopatra. Octavio apoyado por nobleza y proletariado y cansado de las concesiones que se le hacían a Marco Antonio, decidió hacerse con el poder absoluto. Se enfrentó primero a Lépido encargado de África y la arrebató en el año 36 a.C. y posteriormente a Marco Antonio y Cleopatra. El enfrentamiento principal se produjo en la batalla de Accio en el 31 a.C. Octavio resultó vencedor y pasó a llamarse Augusto.

Batalla de Actium Octavio contaba con el apoyo y buena consideración de Senado, nobleza y proletariado, además era el comandante de un gran número de legiones que combatían por él sin dudarlo. Todo ello le llevó al Senado a proclamarlo en el 27 a.C. Emperador Romano o comandante de todos los ejércitos. Daba comienzo un periodo de transición con una aparente república pero con todo el poder situado sobre César Augusto Octavio. Daba comienzo el Imperio Romano.




El mundo griego fue fundamental para el desarrollo del arte romano junto a las aportaciones de la cultura etrusca. Sin embargo, también tuvo una indiscutible personalidad, manifestada principalmente en la arquitectura.

Posteriormente el arte romano repercutió enormemente en las culturas occidentales, siendo la base cultural de Occidente hasta nuestros días.

El arte en Roma se puso al servicio de nuevas necesidades. Esto explica el nacimiento de nuevas manifestaciones y también la aparición de un arte con gran centralización y unitarismo, no sólo en Roma sino también en el resto del Imperio.

Las principales características que aporta el arte romano como novedad son:

  • Preocupación, en la arquitectura, por el juego de masas que viene por los elementos usados en la construcción.
  • Arquitectura mucho más colosal.
  • Como elemento arquitectónico básico, se van a utilizar el arco, la bóveda y, por tanto, la cúpula.
  • Se va a crear el retrato en la escultura.
  • Roma fue la creadora del relieve histórico, continuo y narrativo.


El arte romano se puede dividir de forma similar a la historia del Imperio en tres periodos:
  • Periodo de la República: s. VI (hacia el 510) - 27 a.C.
  • Periodo de Augusto: la época clásica: 27 a.C. - 14 d.C.
  • Periodo imperial: dividido a su vez en:
  • De Tiberio a Trajano: 14 - 117
  • De Adriano a Alejandro Severo: 117 - 235
  • De Maximino a Constantino: 235 - 315
  • Arquitectura Romana


Las principales características de la arquitectura romana son:
  • Es una arquitectura caracterizada por la monumentalidad, no sólo por el espacio que ocupa sino también por su significado. Esto viene dado también por la idea de la inmortalidad del Imperio.
  • Es una arquitectura utilitaria, práctica, funcional. Por esto y también por la propia estructura del Estado, aparecen nuevas construcciones, con un gran desarrollo de la arquitectura civil y militar: basílicas, termas, etc.
  • Es una arquitectura dinámica., como consecuencia del empleo de algunos elementos constructivos como el arco y la bóveda.

Los materiales utilizados son muy variados: piedra cortada en sillares regulares y dispuesta a soga y tizón, hormigón, ladrillo, mampuesto, madera... Cuando el material era pobre se solía revestir con estucado, placas de mármol o con ornamentación de mosaicos o pintura.

Se usa el orden toscano y también el jónico y el corintio. Aunque lo más significativo fue el uso del elegante orden compuesto. También fue muy frecuente la superposición de órdenes en edificios muy altos. Normalmente en el piso bajo se empleaba el orden toscano, en el medio el jónico y en el superior el corintio. Los capiteles, en general, presentan motivos con mayor libertad que en Grecia y hay algunos con figuración.

Aparecen las guirnaldas y los bucranios como elementos decorativos.
También la arquitectura romana empleó la superposición en el mismo vano del arco y el dintel.




Desde los orígenes de la Humanidad, han sido varias las insurrecciones que han marcado el devenir de la Historia. Quizás una de las más significativas fuera la protagonizada por un esclavo de origen tracio llamado Espartaco en el siglo I a.C., en el sur de Italia, que puso en serios aprietos a la República romana. Una insurrección que consiguió reunir a miles de personas en la cual no sólo figuraron esclavos, sino también un buen número de campesinos y de ciudadanos libres muy empobrecidos.

Únicamente ciertos titubeos, la felonía de los piratas cilicios y el poderío militar del ejército romano, impidieron el triunfo de la revuelta de Espartaco. Sin embargo, si bien es cierto que fracasó, no lo es menos que logró poner de manifiesto la crisis política, económica y social que imperaba en Roma.

La revuelta servil no fue sino el resultado de la reacción de los grupos más desfavorecidos ante las condiciones políticas y socioeconómicas existentes en Roma. En ella no parece haber existido ningún programa revolucionario que permitiera cambios en el orden social, pues el principal objetivo de Espartaco venía marcado por la consecución de la libertad individual de sus hombres. Por ende, no existió una conciencia de clase común ni tan siquiera unos intereses comunes. Así pues, los rebeldes no lucharon por cambiar el orden social, sino sólo por conseguir la mejora personal. A pesar de ello, la leyenda de Espartaco se ha mantenido viva a lo largo de los siglos como icono de la lucha de los oprimidos contra la tiranía.

¿Quién era Espartaco?


Lo cierto es que poco sabemos de sus orígenes y esa escasa información procede fundamentalmente de historiadores romanos como Plutarco, Floro o Apiano. Espartaco era un gladiador que provenía de la región balcánica de Tracia –habría nacido en el 113 a.C. en Sadanski, en el suroeste de lo que hoy es Bulgaria–. Dado que frecuentemente se denominaba a los gladiadores en función de su lugar de origen, su nombre podría ser un derivado de la región tracia de Espartakia.

En lo que a sus orígenes se refiere, la historiografía clásica ofrece diferentes versiones: bandido, pastor o desertor de las tropas auxiliares.

En cualquier caso, y como señalan Apiano y Floro, Espartaco fue capturado por los ejércitos romanos, enviado a trabajos forzados a una cantera y liberado de allí a consecuencia de su destreza en el combate, lo que le permitió convertirse en un gran gladiador. Por esta razón fue trasladado a Capua a la escuela gladiatoria del lanista Léntulo Batiato, hacia mediados de la década de los años 70 a.C.

En la escuela de Capua protagonizaría una rebelión de esclavos jamás vivida por Roma en la que durante tres años (73-70 a.C.) arrasaría la península Itálica derrotando a las tropas romanas en varias ocasiones.

La guerra de Espartaco

Su expansionismo había provisto a Roma de ingentes cantidades de mano de obra y de esclavos que trabajaban en condiciones inhumanas en explotaciones agrarias y mineras. Paralelamente, las riquezas no eran destinadas a tratar de acabar con las carencias sociales que se manifestaban en Roma, sino que por el contrario, se destinaban a sufragar nuevas campañas militares. En este panorama la crueldad en el trato provocó que en Sicilia estallaran dos revueltas serviles entre el 135 y el 102 a.C., fácilmente reducidas por el ejército romano.

En un contexto marcado por la inestabilidad política, los combates en la arena se habían popularizado a más no poder. Si en un principio las luchas de gladiadores se limitaron a un enfrentamiento de carácter ritual, progresivamente fueron levantando el interés del pueblo –una ocasión que no desperdiciaron los patricios para organizarlas en busca de una mayor popularidad–, hasta que en el año 105 a.C. el Senado, ante la fama de los combates, decidió incluirlos en la lista de espectáculos públicos.

Las fuentes coinciden al señalar que en el 73 a.C. Espartaco y otros doscientos gladiadores iniciaron la rebelión en la escuela gladiatoria de Capua. Al tener restringido el acceso a las armas asaltaron la cocina para hacerse con cuchillos. En el combate con los guardias de la escuela tan sólo setenta hombres lograron escapar. Una vez fuera de Capua, Espartaco y sus compañeros tuvieron la fortuna de capturar un carro lleno de armas y armaduras que precisamente iban destinadas a la escuela de la que huían.

Espartaco y sus hombres decidieron entonces refugiarse en las laderas del Vesubio, el volcán que entraría en erupción un siglo más tarde. El tamaño de la revuelta creció rápidamente ya que muchos esclavos de la Campania de origen galo, tracio o germánico (tal vez cimbrios y teutones) huyeron de los latifundios para unirse a la causa de Espartaco.

A pesar del peligro que planteaba para Roma la revuelta servil, el Senado la menospreció y tardó mucho en tomar cartas en el asunto. En un primer momento, sólo mandó para reprimirla un contingente de 3.000 hombres con escasa experiencia militar. Las tropas romanas al mando de Clodio Glabro rodearon el Vesubio salvo por una de sus laderas, considerada inaccesible. Fue entonces cuando la astucia del tracio permitió que sus hombres atacaran por el flanco desprotegido el campamento romano, masacrando a las tropas romanas y capturando una gran cantidad de equipo militar. Como consecuencia, las noticias del éxito de la revuelta animaron a más esclavos a escapar y unirse a la misma, por lo que de esta manera Espartaco se encontró pronto a las órdenes de un ejército de más de 50.000 hombres.

No obstante, no todo fue gloria para los sublevados pues también tuvieron que hacer frente a una serie de trabas al existir tensiones étnicas como consecuencia de la heterogeneidad del grupo –los dos principales lugartenientes de Espartaco, Crixo y Enomao, eran galos.

Para contrarrestar los avances de la revuelta, el Senado optó por enviar nuevos contingentes regulares al mando del pretor Publio Varinio. Sin embargo, Espartaco logró vencerlos de nuevo. La revuelta siguió creciendo en número de efectivos, pero estos ya no sólo eran de condición esclava, sino que también sumaron campesinos o ciudadanos arruinados y hartos del sistema.

Hasta ese momento, la revuelta no contaba con un objetivo claramente definido. Sin embargo, a fines del año 73 a.C. Espartaco y sus lugartenientes decidieron que tenían que volver a sus lugares de origen en busca de la ansiada libertad personal. Esta decisión coincidió con el cambio de actitud del Senado de Roma: enviar a cuatro legiones (24.000 hombres) al mando de Gelio Publícola y de Cneo Cornelio Léntulo Clodiano. Empero, y a pesar de todo, Espartaco logró derrotar a las tropas romanas a orillas del río Po, si bien su lugarteniente Crixo pereció en el combate –según Floro, para honrarlo en su funeral el tracio hizo que trescientos prisioneros romanos lucharan como gladiadores.

Craso aparece en escena


Con tales acontecimientos, el Senado tomó conciencia del peligro que planteaba la revuelta servil dirigida por el esclavo rebelde. En el 72 a.C., uno de los patricios de Roma aceptó el desafío de enfrentarse a Espartaco. Era el plutócrata Marco Licinio Craso, cuya figura se encontraba eclipsada por las victorias militares de Cneo Pompeyo en África e Hispania y por las de Lucio Licinio Lúculo en Asia. Tras ser nombrado pretor por el Senado, agrupó a los supervivientes de las anteriores batallas contra los gladiadores y reclutó a nuevas tropas.

Mientras tanto, Espartaco había ideado un nuevo plan. Según Plutarco, su objetivo consistía en establecer a unos cuantos de sus soldados (2.000) en la isla de Sicilia, para lo cual era necesario que en el invierno del 72-71 a.C. sus tropas atravesaran el Brucio hacia el estrecho de Mesina. Para llevar a cabo tal empresa, esperaba contar con la colaboración de los piratas cilicios. Pactó con ellos un acuerdo para pasar a Sicilia y desde allí sublevar a los esclavos de la isla con el propósito de hacerse fuerte allí.

Llegado a Calabria, el tracio se cercioró de que los piratas no habían cumplido con su palabra, pues no se presentaron al encuentro. Al tiempo, Craso conseguía cercar a los hombres de Espartaco mediante una larga empalizada de madera. Sin más dilación, nuestro protagonista decidió pasar a la acción asaltando un sector de la empalizada. La ofensiva del tracio sorprendió a los romanos y el ejército de esclavos pudo escapar, si bien en el asedio perecieron más de 12.000 rebeldes.

Indignado por los nuevos logros de Espartaco, el Senado reclamó el regreso de las legiones de Hispania y de Grecia. Sin embargo, Craso no quería compartir los méritos de la victoria con Pompeyo ni con  Lúculo, y optó por seguir a los sublevados.

En el año 71 a.C. los efectivos de Espartaco se iban debilitado porque una parte de los galos abandonaron el contingente insurrecto para ser finalmente masacrados por las tropas de Craso. Ese año el tracio llegó a Brindisi para intentar hacerse con nuevas naves con las que regresar a Tracia, pero, sin embargo, se topó con las legiones de Lúculo.

Ante tales acontecimientos, en el verano de ese año 71 a.C., Espartaco no tuvo más remedio que preparar a su ejército junto al río Silaro, en Apulia. La batalla contra Craso y Lúculo fue muy cruenta. Espartaco logró dar muerte a dos centuriones, pero se vio finalmente superado ante la superioridad y efectividad del ejército romano. La caída de Espartaco provocó la desbandada y la masacre de los esclavos. El cuerpo de Espartaco jamás sería encontrado.

Finalmente, Craso acabó con la práctica totalidad de los rebeldes en la batalla. Seis mil de estos rebeldes derrotados fueron crucificados y expuestos en la vía Apia entre Capua y Roma –resulta curioso que a Craso no se le concediesen los honores del triunfo por no considerar a Espartaco como un enemigo digno–. Paralelamente, los últimos focos de resistencia existentes en el centro y en el sur de la península Itálica serían aniquilados por Pompeyo, quien poco antes había acabado con las tropas sertorianas en Hispania.




La base política de Roma fue militar y tuvo como principal objetivo la expansión, ya sea por razones económicas o estratégicas. La unificación de la península Itálica bajo el dominio de Roma fue una tarea difícil que comenzó al inicio de la República. Las guerras contra los vecinos etruscos, los celtas, los samnitas y los sabinos marcaron los primeros años de esta tarea.
Posteriormente, los romanos conquistaron las colonias griegas meridionales -la Magna Grecia- con lo cual Roma tuvo bajo su poder todos los territorios situados al sur del río Po (275 a.C.). Después de completar el dominio de toda Italia en el 264 a.C., se organizó el territorio en una federación de estados logrando la unificación política de la península.
La estrategia expansionista apuntó después a las otras dos grandes potencias mediterráneas de la época: Cartago y Macedonia.

HISPANIA Y GALIA


La posesión de Hispania y la Galia fue muy codiciada por los romanos. La península Ibérica era un territorio muy atractivo por sus ricos cultivos de trigo y vid, así como por la existencia de grandes reservas minerales, especialmente de plata, hierro y mercurio.

La Galia era rica en minas de hierro y, además, su control representaba para Roma poder dominar el empuje de las tribus germánicas y facilitó la efímera conquista de Britania.

El general Julio César comenzó la conquista de la península Ibérica (210-45 a.C.) pero el dominio definitivo lo impuso Augusto en las guerras cántabras (19 a.C.). Julio César también llevó a cabo la conquista de las Galias (58-51 a. C.).

LA EXPANSIÓN HACIA ORIENTE

Después de dominar el Mediterráneo occidental, Roma se embarcó en la conquista de Oriente. En el año 200 a.C. comenzó la intervención de Roma en Grecia para frenar la expansión de Filipo V de Macedonia. El rey fue derrotado en el 196 a.C. y la rica tradición helenística impregnó todos los ámbitos culturales.

Roma inició luego la guerra contra Antioco III, que reinaba en Asia Menor (región occidental de la actual Turquía). Tras la batalla de Magnesia (190 a.C.), Antioco tuvo que aceptar la soberanía romana.

Y en el año 30 a.C., Octavio sometió a Egipto, que ya anteriormente se había convertido en un estado vasallo. Así Roma dominó todo el Mediterráneo, desde Hispania hasta Siria.





Aníbal fue un brillante estratega militar y fue considerado el peor enemigo del Imperio Romano. Basado en las crónicas de historiadores de la época y verificado por investigadores de la actualidad, el filme recrea los eventos cruciales que marcaron la vida de Aníbal y el curso de la Historia. BBC Extra te ofrece algunos de los documentales que le han dado a la BBC fama internacional.







Criminales, esclavos y hombres libres combatían como gladiadores en la arena de los anfiteatros. Muchos morían, pero algunos se convertían en verdaderos ídolos de las multitudes. Se les había privado de libertad, eran bienes de mercado y estaban entrenados para matar. Sin embargo, los gladiadores encarnaban los valores de masculinidad exaltados por la sociedad romana, y podían convertirse en héroes populares y objetos de deseo para las mujeres. Su profesión, la gladiatura, no estaba destinada tan sólo al combate, sino que ofrecía un entrenamiento dirigido a desarrollar las virtudes guerreras y a fomentar el arte de la espada (gladium, de la que toman el nombre), según unas reglas estrictas. El ingreso en el oficio podía deberse a circunstancias muy dispares, aunque no todos los que perdían la vida en la arena de un anfiteatro podían ser considerados gladiadores. Numerosos criminales de condición libre, condenados a morir degollados por la espada a la vista del pueblo (damnatio ad gladium, eran ejecutados durante el intermedio que separaba el fin del combate matutino con fieras (venatio), y el espectáculo gladiatorio (munus), que se desarrollaba a partir de mediodía. A diferencia de aquéllos, los condenados a trabajos forzados podían convertirse en luchadores profesionales al cumplir parte de su pena en una escuela de gladiadores o ludus, donde un maestro los entrenaba para luchar de forma ejemplar. Junto a ellos figuraban esclavos vendidos por piratas a un comerciante de gladiadores (lanista) o entregados por sus propios amos, así como libertos y hombres libres que buscaban en la gladiatura un medio seguro para conseguir un sueldo fijo, premios sustanciosos y gran popularidad. 

Forzados, esclavos, libertos o libres, todos podían formar parte de una misma familia gladiatoria, que convivía en el seno de una escuela. Al ingresar en el ludus, cada alumno se especializaba en un arma distinta, que distinguía a cada tipo degladiadores: samnitas, provocatores, retiarios, tracios, murmillones, essedarii o sagitarios. El adiestramiento estaba confiado a un maestro, el doctor o magister, cargo desempeñado generalmente por un antiguo gladiador veterano, que sólo iba al ludus durante los entrenamientos. Los aprendices practicaban con un florete de madera y se batían contra una estaca fijada en el suelo. Con una mano sostenían la espada y con la otra, un escudo de mimbre. Estos ejercicios recibían el nombre de batualia, del que deriva nuestra palabra batalla. Las armas se mantenían siempre fuera de su alcance, custodiadas en un arsenal del que únicamente podían extraerse con la autorización y vigilancia de un procurador. En muchos aspectos, la vida en un ludus era semejante a la vida en la prisión. Los gladiadores se alojaban en pequeñas celdas y los condenados pasaban la mayor parte del tiempo encadenados. Algunos gladiadores fueron tan populares que merecieron poemas, en los que eran comparados con héroes míticos como Meleagro o Jasón, modelo de virtudes guerreras, y los niños grababan sus figuras y nombres en las paredes de sus casas. Otros, por su bravura o belleza, recibieron protección imperial o hicieron perder la cabeza a emperatrices como Faustina, esposa de Marco Aurelio, de la que se dice que engendró a Cómodo con un gladiador del que estaba enamorada.



Por guerras púnicas se denomina la serie de tres guerras libradas entre Roma y Cartago en el período que va desde el año 264 hasta el 146 a.C. Para cuando se produjo el conflicto, este fue el mayor enfrentamiento bélico que había tenido lugar hasta la fecha.

El término púnico deriva del latín punicus o poenicus e identifica a los cartaginenses, en referencia a los ancestros fenicios de estos. Por su parte, los cartagineses denominaron los conflictos como guerras romanas.

Causas de las Guerras Púnicas

La principal causa de las guerras púnicas fue el conflicto de intereses entre el Imperio Cartaginense y la por entonces República de Roma, en plena expansión y camino de convertirse en el vasto imperio en que se convirtió.

Inicialmente, los romanos estaban interesados en expandirse vía Sicilia, parte de cuyo territorio estaba bajo control cartaginés que, al iniciarse la primera guerra, era el poder dominante al oeste del Mediterráneo con un gran dominio marítimo. Roma era una fuerza que ascendía rápidamente en Italia, pero carecía del poder marítimo de Cartago.

Sin embargo, al finalizar la tercera guerra tras más de cien años de luchas y la consecuente pérdida de cientos de miles de soldados por ambas partes, Roma logró conquistar el imperio cartaginés, destruyó su ciudad capital y se convirtió en la civilización más poderosa del Mediterráneo y del mundo.

Al finalizar las guerras macedonias, que ocurrieron de forma simultánea a las púnicas, y con la derrota del rey Antíoco III el Grande, en la guerra entre Roma y Seléucida en el mar oriental, Roma emergió como el poder más dominante en el Mediterráneo y una de las ciudades más poderosas en la antigüedad clásica.




Se denomina República al segundo periodo de la historia romana, el cual inicia desde la expulsión de Tarquino el Soberbio, 509 a.C. hasta el año 29 a.C. en el que Octavio se hizo emperador, con el nombre de Augusto.

En esta etapa de Roma se convierte en la primera potencia del Mundo Antiguo, con numerosas colonias en Europa, Asia y África, gracias a su política expansionista y al hecho de contar con un poderoso ejercito, disciplinado y muy bien organizado. También corresponde a este periodo al fortalecimiento de sus instituciones políticas y la difusión de la cultura helénica. Al lado de estos logros positivos, surgieron problemas sociales profundos, como la lucha entre ricos y pobres (patricios y plebeyos) y las rivalidades entre caudillos ambiciosos que se disputaban el poder.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA

Durante este periodo se adoptaron algunas instituciones de la monarquía y se crearon otras.

INSTITUCIONES Y MAGISTRATURAS

a. LOS CÓNSULES

Los cónsules eran autoridades que ejercían funciones de gobierno, funciones militares y la administración de justicia. En este periodo el rey fue sustituido por dos cónsules, que se controlaban mutuamente. Al termino de su gobierno tenían que dar cuenta al Senado sobre sus funciones.
En caso de peligro nacional, los cónsules nombraban un dictador, con poderes absolutos, cuya función no podía durar más de seis meses.

b. EL SENADO

Durante la Republica, el Senado era la misma institución que en la Monarquía (etapa anterior). Sus funciones eran de consulta y asesoramiento a los cónsules. En ese sentido, dirigía la administración interna y la política externa del gobierno romano.

c. LAS ASAMBLEAS

Las Asambleas llamadas también comicios, fueron de tres clases:

  • La Asamblea Curial, era la institución más antigua conformada por al reunión de los patricios, convocada por el rey se reunían al pié del Capitolio. El voto de la mayoría de las curias constituía el voto del pueblo.
  • La Asamblea Centurial, era una asamblea militar, que se reunía por grupos de 100 hombres. Al jefe de cada grupo se le llamaba centurión. Las asambleas eran convocadas y dirigidas por los cónsules, en el Campo Marte. Con el voto mayoritario aprobaban las leyes y elegían a los cónsules.
  • La Asamblea Tribal, era la asamblea de la plebe, agrupados por tribus, presidida por el Tribuno. Sus acuerdos o plebiscitos tenían carácter de ley.
  • Los tribunos de la plebe eran elegidos en las Asambleas Tribales, en número de dos. Representaban a los plebeyos y defendían los derechos del pueblo ante el Senado y los cónsules (Aristócratas).


d. OTRAS MAGISTRATURAS

  • Los Censores, se encargaban de hacer el censo o empadronamiento de las personas y de sus bienes. Además, cuidaban de la educación y buenas costumbres del pueblo.
  • Los Cuestores eran los contadores que recaudaban los impuestos y administraban el tesoro público.
  • Los Pretores, estos funcionarios administraban justicia. Fueron los forzadores del Derecho Romano.
  • Los Ediles conformaban la organización municipal. Sus funciones eran el de velar por el aprovisionamiento y vigilancia de los mercados, la limpieza de las calles, mantenimiento de los caminos y carreteras y la organización de los juegos olímpicos.




Se denomina Guerra del Peloponeso a la que enfrentó durante casi treinta años a todo el mundo griego, entre 431 a.C. y 404 a.C. Se desarrolló en tres ámbitos: la Hélade, la Magna Grecia y el litoral de Asia menor y se desarrolló en tres fases: la guerra Arquidámica, la Siciliana y la de Decelia o Jonia.

Origen y causas

La causa directa fue el enfrentamiento entre atenienses y corintios por la isla de Córcira (la actual Corfú). Pero en el fondo latía la verdadera causa: el choque entre el creciente poderío de Atenas y la antigua hegemonía espartana.

La Guerra del Peloponeso es el suceso mejor conocido de la historia de Atenas.

El escenario de la guerra

Este largo conflicto que duró una generación, se desarrolló en tres escenarios:
La Hélade propiamente dicha, con el Peloponeso y el Ática como escenarios de los enfrentamientos, tanto terrrestres como navales.

La Magna Grecia.

El norte del Egeo, con las colonias de Tracia y la Calcídica, además de Asia Menor y el Helesponto.

Antecedentes

La paz de los 30 años, firmada el 445 a.C. reconocía la hegemonía espartana sobre el Peloponeso a cambio del reconocimiento de la hegemonía marítima de Atenas.
Pero este período de relativa paz solo duró quince años.
A partir de esas fechas. Atenas, que seguía dirigida por Perícles, pudo intensificar su presencia con toda libertad en los mercados del Mediterráneo, donde su hegemonía estaba basada y apoyada por la Confederación de Délos (que nunca se denominó oficialmente «liga» sino «Atenas y sus aliados»).

La Confederación de Délos

Atenas justificaba la existencia de la Confederación a pesar de haber pasado el peligro persa, como forma disuasoria ante el vecino asiático.
No todas las poleis de la liga estaban totalmente de acuerdo con el auge ateniense y el beneficio que Atenas sacaba de su hegemonía, aunque, como todos mantenían el libre comercio, todos se aprovechaban de la relativa paz, en la que el conflicto continuo de la Hélade permanecía latente.


Causas Inmediatas

Aunque Esparta no resultaba perjudicada directamente por el auge de Atenas o de la Liga de Délos, sí lo estaban algunas de las ciudades aliadas a ella.
La excesiva oferta de las ciudades aliadas, en especial del comercio ateniense, obligan a poner trabas al comercio de Corinto y Mégara. El único camino que tenia Atenas era el bloqueo directo o indirecto de estas ciudades competidoras tan próximas a ella.

La situación de los futuros contendientes

El gobierno de Esparta tenía razones para temer la guerra con Atenas, ya que podían muy fácilmente desencadenarse rebeliones interiores. Si daban armas a los ilotas y periecos, éstos se considerarían iguales a sus dominadores, los homoioi o iguales.
A Esparta no le interesaba una guerra ofensiva. Otro caso era el de algunos estados del Peloponeso.Corinto, miembro de la Liga del Peloponeso, difería de Esparta en casi todos los aspectos y tenía lo que faltaba a aquélla: flota y dinero. Además, esta ciudad ocupaba una situación estratégica muy favorable: su istmo unía Grecia del Norte con el Peloponeso, dominaba tres rutas comerciales de primera importancia, dos en el mar y una por tierra, y su flota comercial y militar fue la poderosa de 

Grecia hasta las Guerras Médicas

Sus artesanos exportaban por doquier productos muy solicitados. Corinto era el corazón del mundo en esta época, fue el lujo y el esplendor de su forma de vida.

Corinto era sobre todo rival de Atenas en el mar y el motivo mayor de tal rivalidad y competencia era Sicilia. Además, los corintios deseaban el monopolio del tráfico en el mar Jónico, dejando sólo a los atenienses el mar Egeo y el mar Negro.

Cronología-Periodos

Por Guerra del Peloponeso se entiende los conflictos bélicos que tuvieron lugar en el mundo griego entre los años 431-404 a.C., que se dividen a fin de comprender mejor tan largo período, en diversas fases tras los preliminares del año 432 a.C.:
  • Guerra de Arquidamo: 431-421 a.C. periodo que termina con la Paz de Nicias, por la que se restablece el statu quo.


Guerra siciliana o expedición a Sicilia 415-413 a.C

  • Guerra de Decelia o de Jonia: 413-404 a.C.: termina con el asedio y la capitulación de Atenas y el gobierno de los Cuatrocientos.
  • Guerra siciliana o expedición a Sicilia 415-413 a.C
  • Guerra de Decelia o de Jonia: 413-404 a.C.: termina con el asedio y la capitulación de Atenas y el gobierno de los Cuatrocientos.

La paz de Nicias fue un tratado de paz firmado entre las ciudades-estado griegas de Atenas y Esparta en 421 a. C

El final de la Guerra del Peloponeso

Restituido Lisandro al frente de la flota espartana, se dirigió a Egospótamos frente a Lámpsaco, en el Quersoneso tracio. Allí, los atenienses engañados y cogidos por sorpresa, fueron vencidos y muchos de ellos capturados, siendo ejecutados más de 3.000 y destruidas gran parte de sus naves.

Atenas no sólo perdía gran parte de su flota, sino que también se quedaba sin sus posesiones en el Estrecho del Helesponto, incomunicada para recibir sus provisiones del mar Negro por vía marítima.
Por ello podría decirse que no fue la derrota de Egospótamos lo que provocó el final de la guerra del Peloponeso sino que esta derrota provocó la falta de aprovisionamiento de la ciudad, haciendo más crítico el asedio a sus campos desde Decelía.

Así, no fue la amenaza lacedemonia, la más decisiva y temible, la que venció a Atenas, sino el hambre, que se acusó con la vuelta de los cíemeos de Asia Menor, contribuyendo más aún, si cabe, al hacinamiento, a la desesperación ateniense y a su desmoronamiento final que provocó la rendición.


La rendición de Atenas

Sitiada por el mar y tierra, a comienzos del año 404. Atenas capituló, finalizando veintisiete años de una terrible guerra que enfrentó a todo el mundo griego.

Terámcnes fue enviado ante el Congreso de la Confederación del Peloponeso, donde corintios y tebanos fueron los más hostiles, pidiendo la destrucción de Atenas, aunque los espartanos prefirieron una Atenas vencida y desarmada integrada en la Confederación del Peloponeso, tal vez, más que por respeto a su rival, porque temieran el auge de Corinto.

La Asamblea ateniense aceptó estas condiciones, firmándose la paz en abril del 404 a.C., tras lo cual, el espartano Lisando entraba en Atenas, imponiendo el absolutismo militar y político.




Se llaman Guerras Médicas a los conflictos dados entre el Imperio Persa y los estados de la Antigua Grecia. Se dieron dos guerras médicas, la primera se dio en el año 490 a.C. (Primera Guerra Médica), la cual fue dirigida por Darío I, rey persa en contra de los estados de la antigua Gracia. La segunda en el año 480 a.C., dirigida por Jerjes I(Segunda Guerra Médica). Dentro de las guerras médicas se dieron las batallas mas reconocidas de la historia como la batalla de Maratón, la batalla de Salamina y la batalla de las Termópilas.

Antecedentes.
La conquista y el dominio persa de Asia Menor (500-490 a.C.)

La batalla de Ptería en el año 527 a.C.. a la que siguió la toma de cautividad por los persas del rey Creso de Lidia y la toma de su capital, Sardes.

Dos años más tarde, en torno al 525 a.C. con el gobierno del rey persa Cambises II (529-522), sucesor de Ciro II el Grande (559-529), toda Asia Menor se encontraba bajo el poder del Gran Rey persa.

Las ciudades griegas de Jonia, excepto Mileto que logró un ventajoso pacto de paz con Ciro, ayudaron a Lidia en su lucha contra los persas y sus habitantes. tuvieron que optar por someterse al vencedor, o emigrar. Así los habitantes de Focea marcharon hacia Occidente y se instalaron en Alalia (Córcega) y luego a Elea, en el sur de Italia y los de Teos huyeron hacia Oriente, fundando Abdera (Tracia) y Fanagoría (Crimea).

S¡n embargo, el yugo persa bajo el reinado de Ciro II y su sucesor, Cambises II. no resultó excesivamente pesado, ya que por propia conveniencia para los persas, se respetó su comercio y en cierto modo, su vida ciudadana.

La rebelión de las ciudades jonias

En el año 500-499 a.C. se iniciaron una serie de acontecimientos que evitaron el dominio persa de Europa, por lo que sus consecuencias pueden ser calificadas como decisivas para la historia de Occidente.

Las causas

La insurrección de los jonios contra Persia se debió a múltiples factores tanto económicos como sociales, políticos e ideológicos, que motivaban el descontento general de las ciudades, por lo que aspiraban a rebelarse contra el yugo persa, país en el que a la muerte de Cambises II había subido al trono Darío I (512-484). yerno de Ciro II.


Los acontecimientos históricos

En el año 499, Aristágoras, tirano de Mileto marchó a Grecia para pedir ayuda a las ciudades del continente, dirigiéndose primero a Esparta, pero el rey Cleómenes excusó su ayuda, alegando la lejanía de Jonia.

Lo que se entiende sobre todo porque Esparta evitaba realizar intervenciones muy alejadas del Peloponeso, debido a su continuo problema social por la amenaza de un levantamiento ilota y su eterna rivalidad con Argos, problemas que la obligaban a mantener su ejercito cercano y dispuesto siempre para atender a sus propios problemas.

Por su parte, Atenas se identificó con los problemas jonios, ya que recelaba de la política persa, país que había acogido al tirano Hipias. Por ello, los atenienses pronto decidieron apoyaralos jonios, uniéndoseles la ciudad de Eretria y más adelante ciudades del Helesponto y del Bósforo, gran parte de Caria, Licia y Chipre.

Los griegos iniciaron el ataque asediando la ciudad de Sardes, capital de Lidia, que fue ¡ncendiada, pero el sátrapa persa de la provincia pudo resistir en la Acrópolis de la ciudad, con su guarnición.
La toma e incendio de Sardes, con la destrucción de su famoso templo de Cibeles, debió ocurrir hacia la primavera-verano del año 498 a.C

Pronto se movilizó el ejercito real persa, mucho más poderoso que el de los aliados. Reconquistó Chipre, sometió Caria y tomó el Helesponto. La esperanza de los griegos estaba en el mar y en el año 494 a.C. unieron sus fuerzas para defender Mileto.

Pero carecían de organización y no hubo acuerdo entre sus jefes, por lo que los persa., contando con la flota fenicia tomaron Mileto. La ciudad fue incendia y destruida, siendo sus habitantes deportados y esclavizados.

El poder persa imperaba de nuevo sobre Asia Menor. Darío I volvía a afianzar su autoridad: imponía sus sátrapas y exigía el tributo de las ciudades. Además, el rey de Macedonia se apresuró a reiterar su vasallaje.

El comienzo de las Guerras Médicas. Temístocles

En el año 493 a.C. mientras la flota y la armada persa se concentraban para una gran expedión contra el mundo griego, aparecía Temístocles en la escena política ateniense.
  • Temístocles de la familia de los Licómidas, ejerció una política adversa a los persas, frente a la opinión de los aristoi, encabezados por los Alcmeónidas.
  • Temístocles hizo comenzar la construcción de las fortificaciones de El Píreo.
  • En la primavera del año 492 a.C. los persas, tras someter Tracia occidental y Macedonia se retiraron de nuevo a Asia. En el año 491 a.C. Darío dio un ultimátum a la Hélade griega exigiendo tributos, amenazando con una invasión.

La mayoría de las ciudades griegas aceptaron la sumisión, excepto Atenas y Esparta, que dieron muerte a los heraldos persas, lo que provocó la guerra. Persia envió contra el continente dos expediciones militares. La primera en el año 490 a.C. con un carácter de conquista o posiblemente de castigo (Primera Guerra Médica), dirigida por Darío I. La segunda en el año 480 a.C., fue dirigida por Jerjes como represión o revancha contra el mundo griego (Segunda Guerra Médica).




La célebre Batalla de Maratón tuvo lugar entre los griegos y persas en Maratón, una llanura a cuarenta kilómetros al noreste de Atenas. Se libró entre las fuerzas griegas y sus aliados, bajo el mando de Milcíades, y las fuerzas persas, bajo el poder de Darío I y los comandantes Datis y Artafernes.

La victoria de los griegos sobre los persas marcó un punto de inflexión crucial en la evolución de la historia militar griega, porque esta batalla en la llanura de Maratón supuso el fin de la invasión persa, y permitió a los griegos convertirse en una potencia militar dominante en el mundo Mediterráneo antiguo. Además, esto sentó las bases para que Grecia propagara la civilización occidental.

Durante varios días, los griegos y persas se colocaron a pie en largas formaciones a través de los más de 3.200 metros de la amplia llanura de Maratón. Ninguno de los dos ejércitos estaba dispuesto a iniciar el ataque y perder la ventaja de luchar a la defensiva. Los griegos estaban esperando el apoyo militar del ejército espartano, la fuerza de infantería de élite de todas las ciudades-estado griegas, mientras que los persas estaban esperando al resto de su ejército que venía desde Eritrea.


En una mañana de mediados de septiembre del 490 a.C, los griegos se dieron cuenta de que la caballería persa no estaba en la llanura, tras lo cual Milcíades ordenó un ataque general contra la infantería persa. El ejército griego caminó en pos de su primer ataque a pesar de las primeras andanadas de los arqueros persas.

Los griegos, armados con cascos, armaduras pesadas, escudos, lanzas y espadas, golpearon violentamente los flancos persas. Durante esta batalla, Milcíades dirigió a sus 10.000 atenienses a la victoria frente a la infantería de 20.000 persas. Los persas, viendo el ataque por sus flancos, se dirigieron hasta allí, engañados por el general griego, quien cargó por el centro con sus hóplitas.

Antes de ser completamente envuelto, las tropas persas se separaron y comenzaron a correr hacia sus barcos de guerra. Los derrotados persas llegaron a alcanzar las naves, pero más de seis mil soldados de infantería fueron masacrados, frente a los 200 hóplitas que causaron baja entre los griegos. Eso sí, uno de los hóplitas que cayo fue su comandante Calímaco.

La batalla puso de manifiesto la superioridad táctica griega, junto a la posibilidad de emplear armas como las lanzas, espadas y armaduras pesadas ante una débil infantería persa. En anteriores campañas, las tácticas del ejército persa se basaban en el uso de su caballería, infantería y arqueros. Esta táctica ya fue utilizada por el persa Ciro a finales del siglo VI a.C.

Los griegos también se aprovecharon del armamento ligero de los persas y sus débiles armaduras. Los persas fueron derrotados en esta batalla porque fueron llevados al terreno que querían los griegos, y eso no les gustaba nada a los persas.

La Batalla de Maratón se convirtió en símbolo de los grandes logros militares y la estrategia. Sin embargo, aunque fue una victoria militar decisiva, no llegó a ser tan influyente como la Batalla de las Termópilas o Salamina unos diez años más tarde. Maratón sí fue la primera gran victoria de una potencia europea sobre una de Asia. Sin esta victoria, la civilización occidental habría sido distinta.

Además, según cuenta la leyenda, un mensajero ateniense fue enviado desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria griega. Corrió los poco más de cuarenta kilómetros que separan la llanura de la capital griega. Al llegar, anunció la victoria de su ejército, y luego murió por agotamiento. Es así como nacieron las célebres carreras de marathon en el mundo moderno.

La batalla de las Termópilas: los héroes de Esparta

No podemos hablar de la batalla de las Termópilas, sin situarla en el entorno histórico, político, geográfico y social que se vivía en los siglos IV-VI a.C., y que fueron los detonantes de las llamadas Guerras Médicas. Los conflictos acaecidos entre el Imperio arqueménida de Persia y las Ciudades-Estado griegas, dieron como resultado una serie de enfrentamientos y acciones bélicas, las llamadas Primera Guerra Médicas en el año 490 a.C y Segunda Guerra Médica entre el 480-479 a.C., lugar donde debemos situar a la Batalla de las Termópilas . En este artículo, estudiaremos los acontecimientos que iniciaron estos conflictos, quienes intervinieron y cuales fueron las consecuencias, comencemos a desvelar la verdadera historia de La Batalla de las Termópilas.

Considerada una de las más grandes batallas de la historia, se trataba de una inmensa fuerza bélica dirigiéndose hacia tierras griegas.

Los persas se preparaban para una gran invasión, mientras que los griegos se unieron para contenerlos. Tras el episodio con el oráculo de Delfos, Esparta y su ejército no pudieron partir, ya que el consejo de Esparta se lo desaconsejó al rey, pero este, consiguió reunir unos 300 soldados, los más valientes, fuertes y leales que había en Esparta y partió hacia las Termópilas.

El oráculo de Delfos llegó a advertir a su rey, Leónidas, de los peligros que sufriría si se decidía ir a la guerra, asegurándole que no regresaría, pero este no era un obstáculo suficiente para Leónidas, quién marchó hacia la guerra de donde estaba convencido que volvería con su escudo o sobre el, iba a ser una batalla a vida o muerte.

Los griegos contaban con un gran general llamado Teméstocles, quién ideó una genial estrategia para el ejército griego. Los 300 espartanos junto con más hoplitas pertenecientes a las distintas polis griegas, bloquearían los caminos que llevaran a Grecia, deteniendo así al ejército Persa por tierra. La flota Griega formada casi en su totalidad por los atenienses, retrasarían a los barcos persas en Artemisio.


No se sabe a ciencia cierta con cuantas fuerzas contaba el ejército Persa, ya que los datos históricos que tenemos provienen de los historiadores griegos, sobre todo de Heródoto, y parecen ser exagerados, llegando a decir que las fuerzas Persas eran muy superiores en número, 200.000 Persas, en su mayoría esclavos, frente a los 7.000 hoplitas de las distintas polis griegas.

Tanto el ejército espartano como sus aliados griegos, pudieron contener a las fuerzas persas durante el tiempo suficiente. Los persas habían subestimado el poder de los griegos, sus ejércitos estaban mejor entrenados y mejor equipados y sobre todo mejor motivados, mientras que el ejército persa estaba compuesto en su mayoría por esclavos, los ejércitos griegos estaban compuesto por hombres libres, que amaban su tierra y estaban dispuestos a morir por ella.

Los persas contaban con la ventaja del número, eran grandes ejércitos, pero esta ventaja se veía desvanecer en su paso por las Termópilas, ya que éste es un paso muy estrecho, en el que el número de soldados, lejos de ser una ventaja, se puede convertir en un inconveniente. Los Espartanos de Leónidas, sin embargo, eran hombres nacidos para luchar y morir en la guerra.

Cuando los ejércitos persas se acercaron al desfiladero de las Termópilas, se les echaron encima todos los hoplitas de todas las ciudades estado de Grecia, los de Corintio, Tebas, Acadios, etc. Sin embargo, los espartanos permanecieron en la retaguardia en una primera parte de la ofensiva.

Los hoplitas con mejor armadura, defensa y armamento diezmaron la infantería persa, pero debido a la gran cantidad de soldados que componían el ejército persa, pronto las fuerzas griegas, comenzaron a notar el cansancio de la pelea y a debilitar su formación. Fue entonces cuando entraron en batalla los 300 espartanos, que eran soldados bien formados y entrenados, mientras el resto de fuerzas griegas se retiraban a la retaguardia.

El combate fue realmente sangriento, los espartanos contaban con un arma de la que carecían los persas, y era la unidad, el ejército espartano era la élite del ejército, además todos se conocían o eran hermanos, primos o simplemente vecinos, pero esa unidad hizo mantener la formación más activa y vital. El ejército espartano no paraba de deshacerse de enemigos mientras que ellos apenas sufrían bajas.

Cuando los persas se dieron cuenta del descalabro que estaban sufriendo, enviaron a sus soldados de élite, llamados los inmortales, nombre que recibían por el rápido relevo en sus fuerzas, cuando un soldado de los llamados inmortales caía en batalla, rápidamente era reemplazado por otro soldado, lo que demostraban era ser superiores en número pero no en habilidades en la lucha, por lo que su destino fue morir en manos de los soldados espartano.

Los persas seguían cayendo oleada tras oleada, ni sus flechas le servían, ni su número era suficiente para mermar la voluntad de los espartanos. Así consiguieron los espartanos aguantar casi dos días haciendo válido el lema que repetían sin cesar para animarse.

“si estabas cansado no importaba, eres un guerrero, si estabas herido no importaba, eres un guerrero y el guerrero espartano solo lucha”

Todo parecía perdido para los persas, pero un acontecimiento cambió el rumbo, un griego llamado Efialtes, con muchas ganas de notoriedad y de hacerse rico, principalmente, traicionó a sus compatriotas diciéndole a rey persa Jerjes, un camino por el que podía adentrarse por la retaguardia y rodear a los espartanos.

Los griegos, cuando se enteraron de la traición y que el ejército de Leónidas sería atacado por ambos lados, dieron por perdida la batalla. El rey Leónidas, ordenó el regreso a casa de todos los griegos, con el fin de evitar más bajas totalmente innecesarias, quedándose 700 tesios, los 300 espartanos y 400 tebanos. Los griegos rodeados, lucharon desde la zona más ancha del paso, ya que las principales armas eran las lanzas, y en las zonas más anchas eran mucho más efectivas, hasta que se rompieron todas sus lanzas, teniendo que continuar la lucha a espada o incluso con sus propias manos.

Los tebanos fueron los primeros en rendirse, muchos de ellos esperaban a que se acercaran los persas para atendiendo a su petición de rendición, para atacarles con sus espadas, mientras que el resto de las filas griegas continuaban batallando, lo griegos se vieron obligados a retroceder hacia zonas más estechas donde una lluvia de flechas se cernieron contra ellos, acabando con todos uno a uno.

A la muerte de Leónidas, los soldados que todavía permanecían con vida, fueron a proteger el cuerpo de su rey, para evitar que los persas mutilaran su cuerpo, demostrando de esta forma su respeto y admiración a su rey, defendieron su cuerpo hasta la muerte. Cuando todo los espartanos habían muerto, el rey Jerjes, ordenó cortar la cabeza de Leónidas y clavarla en una pica.

Se cree que en la batalla llegaron a morir 10.000 persas, echo este que minó seriamente la moral del ejército, ya que estos se dieron cuenta de que Grecia no se iba a rendir fácilmente y que defenderían su tierra hasta el final.

Esparta tenía un sistema de identificación para contar las bajas en batalla. Se trataba de una rama que partían por la mitad, en ambas mitades, escribían el mismo signo o símbolo, luego una mitad se la colgaban de la muñeca y la otra mitad la dejaban en una vasija de barro. Si salía triunfal de la batalla, era el mismo el encargado de recoger su otra mitad de rama, luego las ramas que permanecieran en las vasijas, eran las bajas reales de la batalla. En este caso 300 de estas ramas nunca fueron recogidas.

LA BATALLA DE LAS TERMÓPILAS | CONSECUENCIAS DE LA BATALLA

Tras la derrota que sufrió el ejército griego en tierra, la flota se retiró al sur tras la batalla de Artemiso. Los persas comenzaron a avanzar hacia Atenas, mientras que los griegos intentaron fortificar con una flota de apoyo el delicado istmo de Corinto. Temístocles consiguió ganar una batalla crucial en la batalla de Salamina que sería la que obligaría a la tropa persa a retirarse a sus dominios en Asia. La invasión persa terminó al año siguiente, tras la victoria de Grecia en la batalla de Platea.